sábado, 12 de febrero de 2011

Traen a la Tierra muestras del asteroide Itokawa

Diciembre 29, 2010: La sonda espacial Hayabusa, de la Agencia de Exploración Aeroespacial Japonesa (Japanese Aerospace Exploration Agency o JAXA, por su sigla en idioma inglés) ha traído a la Tierra diminutos trozos de un mundo alienígeno: el asteroide Itokawa.

"Es una sensación increíble tener otro mundo justo en la palma de tu mano", dijo Mike Zolensky, quien es curador asociado del Departamento de Polvo Interplanetario (Interplanetary Dust, en idioma inglés) del Centro Espacial Jonhnson (Johnson Space Center, en idioma inglés), y también es uno de los tres miembros del equipo científico que no son japoneses. "¡Estamos viendo, de cerca y por primera vez en la historia, de qué está realmente hecho un asteroide!"

Sample Return (shadow, 550px)


Arriba: La sonda Hayabusa fotografía su propia sombra sobre el asteroide Itokawa, en 2005, antes de recolectar muestras de la enorme roca espacial. [Más información]

Zolensky tiene buenas razones para estar emocionado. Los asteroides se formaron en los albores de nuestro sistema solar, así que estudiar estas muestras nos puede enseñar cómo se formaron y evolucionaron.

La sonda Hayabusa fue lanzada al espacio en 2003 con el fin de emprender un viaje de mil millones de kilómetros hasta el asteroide Itokawa, al cual llegó poco más de dos años más tarde. En 2005, la sonda realizó una hazaña espectacular: aterrizó sobre la superficie del asteroide(1). El objetivo era recolectar muestras de un mundo alienígeno.

Pero hubo un problema. Los proyectiles programados para hacer volar polvo desde la superficie fallaron, lo que dejó para recolección únicamente las partículas levantadas durante el aterrizaje. ¿Había acaso logrado entrar algo de polvo en la cámara de recolección?

Sample Return (descent diagram, 200px)


Arriba: El retorno de la sonda Hayabusa se produjo exactamente como estaba planeado, de acuerdo con lo expresado por la agencia JAXA. [Leer información completa (en idioma inglés)]

Zolensky y otros científicos ansiosos, con los ojos clavados en el cielo, vieron al fin cómo la respuesta se zambullía en la atmósfera terrestre a 43.450 kilómetros por hora (27.000 millas por hora) la noche del 13 de junio de 2010. El vehículo principal del Hayabusa se desintegró sobre una llanura australiana al finalizar el reingreso y la cápsula que contenía la muestra intacta descendió lentamente por el aire hacia la Tierra con ayuda de un paracaídas.

"Estábamos fascinados", dice Zolensky. "Conforme esperábamos que descendiera, nadie se movía".

Pero la espera apenas comenzaba. Debido a que tratar de recuperar la cápsula en la oscuridad era demasiado peligroso, él tuvo que pasar una noche en vela antes de poder dar una mirada más de cerca.

"Fui uno de los primeros en abordar el helicóptero que voló hasta el sitio de aterrizaje a la mañana siguiente. Y fui la primera persona en caminar hasta la cápsula".

Zolensky tuvo que detenerse a menos de 3 metros (10 pies) de distancia. Más espera.

"Observé al equipo cuando la recuperaba. Usaron máscaras, guantes y trajes mullidos de color azul. Tuvieron que deshabilitar las cargas de despliegue del paracaídas que no se usaron y eso ponía realmente los pelos de punta. Entonces recogieron la cápsula con muchísimo cuidado y la colocaron en una caja".

La valiosa carga fue llevada en un avión hasta Japón para su análisis. ¿Adivinen quién la estaba esperando cuando llegó?

"Estaba listo para trabajar", dijo Zolensky, quien junto a su compañero de equipo, Scott Stanford, del Centro de Investigaciones Ames, de la NASA, había viajado a Japón para presenciar la apertura de la cápsula.

"Los primeros resultados fueron desalentadores. Cuando exploramos la cápsula con un equipo especial de barrido tomográfico axial computarizado (TAC, por su sigla en idioma español), pareció que no había nada en el interior".

A continuación, los miembros japoneses del equipo desmantelaron la cápsula minuciosamente, pieza por pieza. "Tuvieron que usar un micromanipulador para evitar la contaminación y el proceso tomó meses".

Más espera.

Sample Return (particles, 550px)


Arriba: Fotografías del material encontrado en el interior del contenedor de retorno de muestras de la sonda Hayabusa, tomadas con un microscopio electrónico. Las flechas rojas apuntan a las partículas del asteroide. [Más información]

"Una vez que observamos el interior de la cápsula, pudimos ver polvo en las paredes internas. Pensé: '¡ya tenemos algo de polvo de asteroide aquí!', pero aún existía la posibilidad de que el contenido pudiese estar contaminado durante el lanzamiento o el reingreso y aterrizaje".

El siguiente paso fue extraer y analizar las partículas —otro proceso agonizantemente lento, y más espera.

"Las partículas son, cada una de ellas, más pequeñas que el diámetro de un cabello humano. Finalmente usamos una espátula de teflón para recolectar una gran cantidad de minúsculas partículas".

Aunque la mayoría de las partículas aún están en la cápsula, el equipo ha extraído y analizado 2.000 de ellas con un microscopio electrónico.

¿Y entonces?

"¡Al menos 1.500 de ellas provienen del asteroide! Estamos viendo trozos que provienen de otro mundo. Parece ser un asteroide de un tipo muy primitivo. Les contaremos más en el mes de marzo de 2011, durante la Conferencia de Ciencias Lunares y Planetarias (Lunar and Planetary Science Conference, en idioma inglés), la cual se llevará a cabo en Houston".

Esta es apenas la tercera vez en la historia que se logra traer a la Tierra muestras de un cuerpo extraterrestre sólido. Los astronautas de la misión Apollo, así como los robots soviéticos Luna, fueron los primeros —nos trajeron muestras de polvo lunar. Y la sonda Stardust, de la NASA, recolectó y trajo a la Tierra muestras del cometa Wild 2, en 2006.

"Los japoneses están encantados, y nosotros también. Incluso el emperador ha solicitado que se le permita hacer una visita personal a la cápsula. Esta es la misión Apollo, pero japonesa. ¡Nos están mostrando a todos un nuevo mundo!"

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