Sin embargo, sin él, la vida en la Tierra sería imposible.
Una frágil capa de ozono, que se encuentra 25 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra, es todo lo que se interpone entre nosotros y algunos de los más dañinos rayos UV del Sol. La molécula de ozono, cuya fórmula química es O3, bloquea la radiación que, de otro modo, podría quemar la piel y causar cáncer. En Marte, donde no hay una capa de ozono para proteger al planeta, los rayos UV solares penetran hasta la superficie con un efecto mortífero, dejando al planeta, el cual aparentemente no tiene vida, desprovisto de incluso las más simples moléculas orgánicas en los primeros milímetros de suelo marciano expuesto.
Con el fin de monitorizar la capa de ozono de nuestro planeta, la NASA está a punto de lanzar el sensor de ozono espacial más sofisticado de la historia: SAGE III (Stratospheric Aerosol and Gas Experiment, en idioma inglés o Experimento sobre Gases y Aerosoles Estratosféricos, en idioma español), el cual será instalado en la Estación Espacial Internacional (EEI, por su sigla en idioma español) en el año 2014.
Un nuevo video de ScienceCast explica cómo hará SAGE III para
monitorizar la recuperación de la frágil capa de ozono de la Tierra
desde la Estación Espacial Internacional. [Reproducir el video]
SAGE III emplea al Sol y a la Luna como fuentes de luz. Cuando cualquiera de estos cuerpos aparece o desaparece detrás del borde de la Tierra, SAGE III analiza la luz que pasa a través de la atmósfera de nuestro planeta. El ozono y otras moléculas absorben longitudes de onda específicas, y esto revela su densidad, temperatura y localización.
"Esencialmente, SAGE III analiza los colores del atardecer con el objetivo de rastrear el ozono", dice Zawodny. "Suena romántico, pero esto es auténtica ciencia".
En lo que fue una impresionante muestra de cooperación internacional, un tratado sobre el ozono se negoció en tan solo dos años. El Protocolo de Montreal reglamenta la producción de CFCs y de otros agentes químicos que destruyen el ozono. Firmado originalmente en el año 1987, el protocolo desde entonces ha sido ratificado por todos los miembros de la Organización de las Naciones Unidas.
La luz de la Luna que brilla a través del borde de la atmósfera de la Tierra revela su contenido de ozono a SAGE III.
Para asegurarse de que el ozono está realmente recuperándose, y con el fin de alertar al mundo si así no fuera, la NASA ha estado enviando sensores de ozono a la órbita de la Tierra desde hace décadas.
El primer sensor SAGE voló a bordo de satélites que observan la Tierra a finales de la década de 1970 y principios de los '80. Los datos recolectados por SAGE II ayudaron a confirmar el declive de la capa de ozono y a medir el efecto que tuvo la erupción del Monte Pinatubo sobre la estratósfera. Un sensor SAGE III ubicado a bordo del satélite ruso Meteor–3M continuó el registro del ozono durante la década de 2000 con más precisión que nunca.
Es usual que los investigadores se refieran a SAGE como el "estándar dorado" cuando se trata de monitorizar el ozono. "El equipo para medir el ozono, de SAGE, tiene una alta precisión, mejor que el 1% en la estratósfera baja y media, y una muy alta resolución vertical de 1 kilómetro o mejor", dice Zawodny.
Cuando SAGE III arribe a la estación espacial, medirá el ozono en la atmósfera más profundamente que nunca, alcanzando así la tropósfera, que es el área por donde vuelan los aviones y vive la gente.
Preparándose para el lanzamiento: SAGE III en el laboratorio, en el Centro de Investigaciones Langley.
Zawodny está ansioso por averiguar qué encontrará SAGE III en la estratósfera inferior, encima de los trópicos. "La recuperación del ozono en esos lugares está ligada a los gases de efecto invernadero como el CO2. Dado lo que sabemos ahora sobre el incremento de las emisiones de efecto invernadero, es posible que, en los trópicos, el ozono nunca regrese al nivel que tenía en la década de 1980".
SAGE III también escudriñará las regiones del Ártico. Usando la Luna como fuente de luz, SAGE III puede detectar el ozono durante la oscuridad del invierno polar, situación en la que otros satélites tienen dificultades para ver.
Esto basta para que un científico riguroso se torne elocuente al respecto: "Las imágenes de la salida y de la puesta de la Luna y el Sol son dramáticas y espectaculares", dice Zawodny. "El juego entre la fuente de luz y el ambiente deleita los sentidos y provoca la imaginación. La habilidad que tiene SAGE III para convertir esas impresiones en algo más significativo es un gran placer".
En otras palabras, permanezca atento para conocer interesantes datos sobre el ozono.
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