sábado, 30 de mayo de 2015

Fuego y hielo: Un resumen de lo que descubrió la nave espacial Messenger

30 de abril de 2015: El planeta que está más cerca del Sol es, irónicamente, uno de los más fríos.
Ese es solo uno de los muchos e increíbles descubrimientos sobre Mercurio que la nave espacial MESSENGER* (MErcury Surface, Space ENvironment, GEochemistry and Ranging, en idioma inglés, o Superficie, Ambiente espacial, Geoquímica y Cálculo de la Distancia de Mercurio, en idioma español) hizo llegar a la Tierra durante los últimos 7 años. Hoy más temprano, la misión llegó a su fin con un choque tan espectacular como lo son algunos de sus hallazgos.


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 En esta hermosa vista, se han realzado los colores del planeta más interno del sistema solar tomando como base los datos globales de la imagen aportados por la nave espacial MESSENGER que orbitaba Mercurio. Más información, en idioma inglés. 
 
Los controladores de la misión, en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins (Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory, en idioma inglés), ubicado en Laurel, Maryland, han confirmado que MESSENGER chocó contra la superficie de Mercurio el 30 de abril a las 3:26 de la tarde (EDT – hora diurna del Este). La nave había usado el último de sus propulsores el 24 de abril y no pudo mantener una órbita estable. Viajando a alrededor de 14.082 kilómetros por hora (8.750 millas por hora), la nave espacial que caía en picada hizo un cráter nunca visto en el lado del planeta que está opuesto a la Tierra.
 
 
“Extinguiéndose con un estruendo al impactar contra la superficie de Mercurio, estamos celebrando que MESSENGER es más que una misión exitosa”, dice John Grunsfeld, un administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas, en las oficinas centrales de la NASA, ubicadas en Washington.
“Ahora, comenzamos la siguiente fase de esta misión: analizar los emocionantes datos que ya están en los archivos y develar los misterios de Mercurio”.

Estos son algunos de los hallazgos más importantes que MESSENGER ha revelado hasta el momento:

La cara oculta de Mercurio: A mediados de la década de 1970, cuando la nave Mariner 10 sobrevoló Mercurio tres veces, la sonda tomó imágenes de menos de la mitad del planeta. Hasta que llegó MESSENGER, el resto de Mercurio era un misterioso terreno. MESSENGER fue la primera nave espacial que vio la totalidad de la poderosa cuenca Caloris (uno de los accidentes geográficos más grandes y más jóvenes del sistema solar creados por un impacto). Además, MESSENGER detectó respiraderos volcánicos ubicados alrededor del borde de la cuenca, lo que demuestra que el vulcanismo, y no solamente los impactos, ha dado forma a la superficie del planeta más interior.

La ironía de los polos de Mercurio: Mercurio parecería ser un lugar improbable para hallar hielo. Pero la inclinación del eje de rotación de Mercurio es prácticamente cero (menos que un grado); por lo tanto, el piso de los cráteres en los polos del planeta nunca ve la luz del Sol. Los científicos sugirieron hace décadas que podría haber agua congelada atrapada allí. La idea recibió más respaldo en el año 1991, cuando el radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico, y la antena Goldstone, ubicada en California, detectaron reflexiones de radar inusualmente brillantes, las cuales emanaban de los polos de Mercurio (la clase de reflexiones que produciría el hielo). Desde la órbita de Mercurio, MESSENGER pudo mirar hacia abajo y ver los polos del planeta como no ha podido hacerlo ninguna otra nave espacial o telescopio, y confirmó lo improbable: los cráteres que están permanentemente en sombras cerca de los polos de Mercurio tienen temperaturas menores que -173°C (280°F), y el hielo de agua es estable en sus superficies oscuras más internas. Parte del hielo polar está cubierto por un misterioso material orgánico oscuro que los investigadores todavía no conocen bien.
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 En esta gráfica, se muestra la ubicación y la hora predichas para el impacto de la nave espacial MESSENGER contra la superficie de Mercurio. Ver detalles: #1, #2.


El planeta increíble que se está encogiendo: Los accidentes geográficos tectónicos que predominan en Mercurio son enormes acantilados llamados “escarpes lobulados”. Incluso antes de que existiera la nave espacial MESSENGER, los investigadores pensaban que estos escarpes eran signos de un encogimiento global, como las “arrugas” de una pasa de uva. ¿Por qué se encogería Mercurio? El núcleo del planeta conforma un descomunal 60–70% de su masa. El enfriamiento de este núcleo de gran tamaño ha llevado a una notable contracción del planeta. Las imágenes de los escarpes lobulados proporcionadas por MESSENGER muestran que la contracción total es de dos a siete veces mayor que lo que pensaban los investigadores.


Magnéticamente hablando, Mercurio está vivo:Hasta que la nave Mariner 10 descubrió el campo magnético de Mercurio, en la década de 1970, la Tierra era el otro único planeta terrestre conocido que tenía un campo magnético global. El agitado núcleo caliente de la Tierra, que está formado por hierro líquido, genera el magnetismo de nuestro planeta a través de un mecanismo llamado dínamo magnética. El campo de Mercurio ha confundido a los investigadores porque se suponía que su núcleo de hierro había terminado de enfriarse hace mucho tiempo y que entonces dejó de generar magnetismo. Algunos investigadores pensaban que el campo puede haber sido una reliquia del pasado, congelado en la corteza externa. Los datos proporcionados por la nave espacial MESSENGER muestran lo contrario: El campo de Mercurio parece generarse gracias a una dínamo activa en el núcleo del planeta. No es una reliquia.


Un planeta con una cola: Mientras orbitaba Mercurio, MESSENGER hizo su primera observación in situ de la singular exosfera de Mercurio. La exosfera es una atmósfera ultradelgada donde los átomos y las moléculas están tan separados que es más probable que choquen contra la superficie antes de que colisionen entre sí. Este material deriva principalmente de la superficie misma de Mercurio, levantado por la radiación solar, el bombardeo del viento solar y la evaporación de meteoroides. La nave MESSENGER pudo determinar la composición química de la exosfera (hidrógeno, helio, sodio, potasio y calcio) y también monitorizar el material a medida que adoptaba la forma alargada, similar a la cola de un cometa, de 2 millones de kilómetros, debido a la acción del viento solar. Esta cola, así como el campo magnético de Mercurio, fue con frecuencia azotada por la actividad solar durante la prolongada misión de MESSENGER, lo que confirió a la nave espacial una vista de cerca del más crudo clima espacial del sistema solar.

Además de los descubrimientos científicos, la misión aportó muchos dispositivos tecnológicos de vanguardia, entre los que se incluye el desarrollo de una sombrilla de tejido cerámico que protegió los instrumentos y los dispositivos electrónicos de la nave espacial de la feroz radiación del Sol.
“La parte de adelante de la sombrilla experimentó constantemente temperaturas superiores a 300° C (570° F), mientras que la mayor parte de los componentes ubicados siempre a su sombra operó cerca de la temperatura ambiente (20° C o 68° F)”, dijo Helene Winters, la directora del proyecto de la misión, en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. “Esta tecnología destinada a proteger los instrumentos de la nave espacial fue clave para el éxito de la misión durante las operaciones principales y también en las sucesivas operaciones”.


¡Adiós, MESSENGER; y gracias!


*N. de la T.:La traducción al idioma español del acrónimo MESSENGER es “Mensajero”.